En el contexto de comprender el concepto de vida James Lovelock establece que la Tierra, comprendida como "la vivienda", y los seres vivos, como "habitantes", forman un único ser que forman un todo. A esto lo denomina "Gaia" ("Gaea" más bien conocida como la diosa de la tierra).
El objetivo de Gaia, propone J. Lovelock, es sobrevivir bajo la fuente de energía del sol donde participamos tanto los seres vivos, como la atmósfera, los oceanos y la superficie terrestre, cada uno realizando su tarea asignada. Es decir, todos los integrantes, independiente uno del otro, contribuyen a un (supuesto) correcto funcionamiento de la tierra.
Partiendo de esta base, podemos plantearnos qué aportamos nosotros, los seres humanos, para que Gaia se mantenga en pie.
Si bien en esta teoría se dice que el funcionamiento de la tierra es similar al autoregulador cuerpo humano, como tal, podemos decir que Gaia misma tiene un límite y que, por tanto, nosotros no podemos acabar con ella pero sí ella con nosotros.
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